Bibliotecas Públicas

Importancia de las bibliotecas públicas dentro de los procesos de desarrollo social

Según el manifiesto ifla/Unesco de 1994, las bibliotecas públicas son centros democráticos donde se garantiza la igualdad en cuanto al acceso a la cultura y al conocimiento, sin discriminación alguna, es decir, espacios que no toman partida con ningún movimiento, grupo social o étnico, pues su fin es permitir el encuentro de las personas con el conocimiento y la cultura, sin importar la raza, el sexo, la religión, la nacionalidad o la clase social (Arranz). En este sentido, las bibliotecas públicas adquieren importancia en la sociedad, porque ayudan a facilitar procesos encaminados al mejoramiento
de la calidad de vida de las personas y son espacios propicios para la convivencia, el sano esparcimiento y la educación, elementos clave dentro del ejercicio del derecho a la información, la competitividad y la sostenibilidad (Jaramillo, “Políticas públicas”). 

Según explica Arranz, históricamente las bibliotecas públicas han servido en gran medida como estrategias, dentro de las políticas orientadas para disminuir la desigualdad cultural, lo que indica que, de alguna manera, sirven de apoyo para posibilitar una sociedad más inclusiva e igualitaria, desde el acceso público y gratuito a la información y la cultura. De alguna forma, cuando el usuario accede a los servicios bibliotecarios, sea desde el préstamo de material bibliográfico, audiovisual o desde la asistencia a talleres y cursos, existe la  posibilidad de que este usuario se ilustre sobre nuevas 
realidades, nuevos conceptos, otras culturas que favorecen el acceso igualitario al conocimiento, así como el desarrollo de oportunidades. De tal forma que los anteriores elementos son adecuados para propiciar en una sociedad la cohesión, el desarrollo y la inclusión social, como esas alternativas orientadas hacia la superación  de las inequidades sociales, la pobreza, la exclusión o el distanciamiento de grupos sociales o minorías que por sus condiciones económicas y formativas no tienen acceso a ellos. Es importante no descuidar que, en todo este proceso, el accionar del Estado y de las administraciones públicas es fundamental, ya que son estos los encargados de crear políticas públicas que orienten tales iniciativas. 

Las bibliotecas públicas han venido replanteando su papel en la sociedad, con el fin de responder con
mayor eficiencia al propósito de informar, impartir el conocimiento y gestionar la cultura de las comunidades de impacto. En ese sentido, los Parques Bibliotecas creados desde políticas públicas en Medellín son el más fiel ejemplo de esta transformación que de alguna manera se está dando en el replanteamiento del deber ser de las bibliotecas públicas. Respondiendo al anterior planteamiento las bibliotecas públicas representan Las bibliotecas públicas como escenarios de participación ciudadana e inclusión social 75 algunas nuevas formas de acercamiento a la sociedad, que redefinen su papel (Arranz). Estas formas son: 

1. Trabajo colaborativo o en red.
2. Fomento de la participación ciudadana.
3. Hacer de las bibliotecas un espacio mucho más
abierto, respondiendo a la dinámica social de las
comunidades de impacto.
4. Potenciación de las bibliotecas como centros democráticos
para la cultura, el encuentro, la socialización,
el trabajo comunitario y el consumo cultural.
Atendiendo a estas nuevas orientaciones, el Estado
debe generar y hacer cumplir políticas públicas
orientadas a la creación y desarrollo de las bibliotecas
públicas en el país, ya que su existencia contribuye a satisfacer
las necesidades de información y conocimiento
de las personas y que son elementos importantes para
el desarrollo y la movilidad social (Jaramillo, “Políticas públicas”).

En Colombia, por ejemplo, se han hecho esfuerzos estatales para aportar al desarrollo de las bibliotecas. Históricamente estos esfuerzos empezaron a tomar mayor impulso a finales del siglo xx, exactamente en 1991, cuando las bibliotecas comenzaron a considerarse centros importantes del equipamiento urbano y arquitectónico, que aportan a la construcción de ciudadanía y forman parte de las políticas culturales. En lo que va del siglo xxi, se ha observado que las leyes y normas orientadas al sector cultural y a la constitución de las bibliotecas han ido aumentando (Jaramillo, “Políticas
públicas”). Por ejemplo, en el 2001 se promulgó La Ley 715, cuyos artículos 76 y 84, establecieron que es competencia de los municipios apoyar el desarrollo de redes de información cultural, bienes, servicios culturales (compuestos por museos, bibliotecas, bandas, orquestas); a esta ley, se suma el documento Conpes 3222, Lineamiento del Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas (Jaramillo, “Políticas públicas”). Lo anterior muestra avances en cuanto a la gestión gubernamental relacionada
con las bibliotecas públicas. Sin embargo, se reconoce que aún existen deficiencias relacionadas con el desarrollo sistemático de las bibliotecas y el establecimiento  de un modelo que articule el trabajo que desarrollan las bibliotecas. Hay que destacar que en ciertas  comunidades la gestión del Gobierno ha servido para fortalecer las bibliotecas, pero existen otros lugares y regiones del país, donde la deficiencia en el sistema bibliotecario es evidente.


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